Aprendiendo cosas nuevas: mi segundo curso psicoprofiláctico

Aprendiendo cosas nuevas: mi segundo curso psicoprofiláctico

Hace una semana Karla, a quien conozco desde hace años por ser parte de mis proveedores, y con quien tengo una amistad muy linda, me preguntó si ya había comenzado mi curso profiláctico, justo ahora que ya tengo 6 meses de embarazo. La verdad dudé un poco porque me preguntaba si sería necesario volver a tomarlo. Por un lado, pensaba que aún tenía en la mente cosas que aprendí cuando me preparé para el nacimiento de Javi. Confieso que en un principio fue por curiosidad que busqué información al respecto, pero sobre todo para preparar mi cuerpo con ejercicios, aprender las respiraciones para el momento de las contracciones y a controlar el dolor durante el parto. Aquella vez sí asistimos y todo fue mejor. Pero en lo personal hoy, si bien estar embarazada me da mucha emoción, el asunto de enfrentar el dolor que conlleva el parto, me provoca un flashback de miedo conforme avanzan los meses.

En mi primer embarazo llegamos a un curso que encontramos en un folleto en la clínica de nuestra primer ginecóloga y obstetra, a quien dejamos de ver porque se cambió de ciudad. Lo daba una fisioterapeuta. Tania, una amiga de la secundaria, hablaba de las maravillas que la fisioterapia había hecho por ella en el embarazo y sobre todo en el postparto, así que me incliné por buscar esta opción que me parecía confiable, por ser impartido por una especialista. “¿Cuánto nos hace falta saber sobre el embarazo aun siendo mujeres?”, me pregunté varias veces…Creo que aún lo hago.

Descubrí muchas cosas, como conocer más a fondo mi cuerpo y los cambios que sucedieron; más allá de lo obvio, como es la columna, también la pelvis que va dando cabida al bebé y cómo cambia su forma ya muy cerca del parto. Nombrar los huesos y los músculos involucrados y cómo trabajan en conjunto. Los ejercicios me ayudaron mucho a los desafíos de cada etapa. Aprender a respirar, creo que fue una forma muy especial de saber que hay que tomar cierta conciencia de cómo funciona nuestro cuerpo; alguna vez mi papá dijo que nadie sabe cómo respirar, y aunque no es tal cual este caso, sí aprendí una manera correcta de oxigenar y que ésto me ayudaría a controlar el trabajo de parto, la idea me parecía un asunto casi de mito, como esos dichos de las madres y abuelas que no son del todo cierto, pero bueno es la biología simple y su forma específica de trabajar, concluí.  

Tras el proceso que tuvimos durante el embarazo y nacimiento de Javi, como padres primerizos, nos dimos cuenta que los conocimientos y habilidades que habíamos desarrollado a partir de las pláticas y dinámicas del curso nos habían hecho sentir más en forma; con menos dudas y temores de cómo reaccionar durante el embarazo y el parto, pero sobretodo, cómo recuperar mi cuerpo en el postparto.

Me siento afortunada de que mi experiencia, si bien no fue tal como la había planeado, sí tuvo sus momentos ideales y sobre todo había tenido un final feliz. Una cosa que me llamó mucho la atención en el curso fue la insistencia de que debíamos aprenderlo todo sin importar el cómo cada bebé llegaría al mundo y que deberíamos estar muy atentos a las indicaciones médicas. Pero qué pasaba si todo estaba bien y de la nada al final me decían que debían hacer cesárea u otros procedimientos y maniobras de las que había escuchado hablar y que la verdad me daban miedo, a pesar de estar en manos de los especialistas.

La sugerencia de Karla fue que lo tomara con una doula, pensé que yo ya tenía a Isabel. A Isabel la conocí el día de mi parto con Javi, porque mi ginecóloga la había invitado y rápidamente hicimos química en el momento más crítico de las contracciones, supo cómo hablarme y guiarme. Desde ahí somos cercanas, pero nunca tomé un curso con ella. Me dijo que este era un formato de grupo y se creaba una comunidad muy bonita. Pensé en esas palabras, comunidad. Muchas veces las he leído y las he aplicado, sobre todo en esta parte de mi vida que es ser voluntaria en el rescate de ciertas especies de plantas y tratar en casa de reducir el impacto ambiental, esas acciones se basaban en eso, en el bien común.

Alex y yo concluimos que si bien ya habíamos hecho el curso con Javi, suponer que todo sería igual con nuestra hija era un error al final de cuentas. Con Lucía todo había sido distinto, desde que nos tomó por sorpresa su concepción, pasando por el susto en el primer trimestre, y pues lo más obvio que es niña. Pensar que con este nuevo curso tendríamos la oportunidad de darnos también un tiempo para prepararnos para su llegada era una forma de otorgarle su individualidad.

Busqué unos leggins de embarazo nuevos porque con Javi solo usé pantalones de maternidad comunes y si tuve de ejercicio creo que se los di a Sofía. También un top cómodo y descubrí que solo tengo blusas de maternidad con sistema de lactancia, pero son tan suaves que pensé que ya estaba lista para el curso. Lo que decía el anuncio de Isabel me movió bastante: “Preparación para un parto consciente y activo”. De alguna manera iba con la idea de ver qué había hecho mal o bueno qué me había faltado y que podría implementar ahora. También cómo hacer presentes nuestros deseos como padres, al menos a Alex no lo sacaron de la sala y pudo ver llegar a Javi, pero ciertos detalles lo dejaron un poco al margen.

Al llegar fue como abrir una puerta espacio de remanso ajeno al ajetreo de la ciudad, en donde había una calma absoluta y las prisas cotidianas no te alcanzaban: era un ambiente con una luz suave; los distintos olores nos conducían pronto a un estado relajado y placentero, la música enmarcaba todo este estado de paz. No pude evitar detener mi mirada en las frases en la pared, todas ellas hablando de la fortaleza que cada uno poseemos. La primera invitación, no una instrucción como en otros lados, fue para meditar y de esta manera completar el ambiente, dejar atrás el estrés del trabajo y las prisas de la calle.

Lo que me dejó sin palabras fue una idea muy presente en el aire: la sabiduría de nuestros cuerpos para parir. Además de enseñarnos también a respirar, masajes para las contracciones o técnicas de Lactancia, aprendimos a estar conscientes de todo, y todos, y trabajar en conjunto papá, mamá, hermano y bebé. Y hasta me sugirieron que Javi estuviera lo más presente posible en el nacimiento, eso le ayudaría a no pensar que era ajeno a todos estos sucesos, sino una parte importante en la llegada de su hermana. Pensar que haremos equipo con Lucía fue una sensación muy distinta, pensarlo me dibuja una sonrisa muy linda en el rostro. Y eso solo fue el principio.

En este curso la idea medular es la conjunción de cuerpo, mente y diría que hasta el alma, o eso que hace movernos. Un asunto integral, que también involucra aún más a Alex en el proceso. Lo cierto es que todo esto ha hecho que él y yo nos sintamos más unidos aún, en sintonía, como si todo este momento, fuera una canción en la que él y yo, cada uno con su instrumento, creamos la melodía principal y donde todos los demás, la familia, los médicos y enfermeras, no serán otra cosa más que el acompañamiento.

Pienso en estas frases que me pidieron que realizara y que me van a acompañar, las  compartiré con Lucía, ahora en mi vientre, que cada día se mueve más y se hace presente de maneras curiosas; que usa un movimiento tan suave, como caricia cuando Javi pone su mano en mí; y cuando él siente a su hermana sonríe de saber que ella está ahí dentro esperando llegar al mundo, creciendo. Escribí frases que me dan seguridad y fuerza, que hacen reconocerme como este ser capaz de dar vida a otro y de transitar por cada uno de los momentos del embarazo y etapas del parto, siendo dueña de cada momento, cada emoción, cada respiración.

Ahora mismo me pregunto cómo es que he llegado a esta tierra, cómo hemos nacido mis hermanos y yo, si mi madre sabe cómo lo hizo ella. Si bien mi mamá y yo platicamos mucho, esto es muy específico y a veces ella no es tan abierta en ciertas cosas, quizá porque no le tocó vivirlo como lo hago yo ahora. También cómo fue que llegó Alex a este mundo. Trazar la historia de nacimiento de nuestro linaje, incluir la de Javi y su nacimiento. Todo eso se conjuga en mi mente.

 

Cada día soy más consciente de qué quiero y qué no para la llegada de Lucía. Y precisamente por esto, algo resuena en mi mente. He escuchado comentarios sobre la clínica de mi ginecóloga actual y cómo son muy proactivos con la cesárea, anestesia y otros protocolos muy específicos del parto de los que no estoy convencida. ¿será que cambie de doctora? Ella es muy respetuosa al menos en el trato, pero ¿qué sucederá al momento?

Creo que nunca antes fui tan consciente de que Alex y yo somos quienes debemos decidir qué va con nosotros, qué tipo de experiencia deseamos, en qué entorno queremos que llegue Lucía. ¿Y si al final no queremos un parto en hospital? O si es sí, qué tipo de parto. Natural, cesárea, con o sin anestesia, todo se conjuga en la mente y pienso que aún debo investigar más, preguntar más, pero antes debo trazar esta historia de nuestra familia, para comenzar a crear el entorno para la llegada de nuestro segundo bebé. Creo que este curso nos hará cuestionarnos muchas cosas y que poco a poco tendremos que analizarlo todo Alex y yo.

 


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1 comentario

Soy mamá primeriza, pero me identifico mucho con esta historia. Mi esposo y yo estamos en ese punto dónde queremos buscar más opciones de médicos que estén más a favor del parto natural que de céder “fácilmente” por la cesárea programada. Me encantaría leer sugerencias y recomendaciones de otras mamás. Nosotros vivimos en la ciudad de Querétaro y actualmente estamos en esa búsqueda activa de la mejor forma y personas para recibir a nuestro pequeño Murat ya de 6 meses de gestación que, si Dios quiere, será nuestro primogénito.

Fer

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