Me gusta poder tener un tiempo para mí, aunque no es en exclusiva por el momento, pues pensar en mí es pensar también en mi pequeña. Sí, nos han confirmado que es una niña hace unos días, aunque siempre lo tomaré con reserva pues Samantha, una compañera de la secundaria, nos dijo que siempre fue niño en cada ultrasonido; así que llegó a un cuarto azul lleno de juguetes y motivos masculinos. Ella contaba el suceso con cierta gracia: que seguro estaba sentada con la mano entre sus piernas haciendo una Britney-señal. Motivos masculinos… esa expresión quedó resonando en mi mente mientras manejaba a la zona de tiendas.
Hace unos días, en consulta, también nos preguntaron si queríamos hacer pruebas para detectar si el bebé tenía Síndrome de Down, no pude recordar si eso sucedió con Javi, es decir con él seguimos los lineamientos médicos una buena parte del embarazo hasta que nos fuimos informando más y ampliamos nuestras visiones. Durante la consulta, al principio Alex y yo nos quedamos viendo a la doctora con curiosidad por la propuesta, en especial por el tono, ella completó la propuesta: “hay pruebas sencillas y complejas pero eso permite a algunas parejas tener una mayor claridad y decidir si desean continuar con el embarazo o no. Las pruebas de sangre que podemos hacer ahora es un procedimiento simple y la amniocentesis que sería más adelante, es algo más complejo de realizar, y en ella no solo se detecta esta enfermedad sino también otras de origen cromosómico. No sé bien que cara habremos puesto pero suavizó un poco la voz para completar la propuesta con esta frase: hay parejas para las que la idea de tener un hijo con Síndrome de Down es muy difícil de conciliar, es complicado, y muchos se cuestionan sus capacidades de darles una vida digna y llena de amor; quizá quieran platicarlo entre los dos antes de decidir”.
Salimos sin hablar del consultorio. Por un momento creí que la charla sería en casa pero una vez sentados en la camioneta y antes de salir del estacionamiento las palabras se me escaparon de la boca: “no me interesa anticiparme al futuro, esta pequeña llegará a nosotros como deba llegar, y será amada bajo cualquier circunstancia.” Alex puso de nuevo en neutral la velocidad y me miró con esa mezcla de admiración, atención y ternura con la que luego descubro que me ve. Tras una pausa de unos segundos terminé la idea: “Alex, no me importa los retos que vengan con ella, sé que voy a amarla, no, corrijo, sé que la amo desde ya. Cuando Javi nació, cuando al fin lo vi y lo sentí más allá de mi cuerpo supe que todo era amor, que era nuestro hijo, una conjunción mística o no sé cómo llamarla, sabes que casi no uso palabras como milagro, pero sí, un milagro. Una vida que vino de ti y de mí, y del tiempo, y de algo más que nos excede, lo amaba desde el inicio, pero en ese instante ese amor se multiplicó de manera exponencial y no hubiera sido distinto si él fuera diferente de quien es. Lo habría amado por ser él y sé que así será con nuestra hija, ya que es nuestra, y como sea que haya encontrado su manera de venir a este mundo la amaremos, bueno eso creo.” Me abrazó con ternura sí, pero con una fuerza inusitada, sus emociones se desbordaban en el gesto. “No las cambiaría a ninguna de las dos,” me dijo así abrazados, “no me hace falta saber el futuro tampoco, somos esta familia de cuatro sin importar qué.” Sabía que estaba dicho todo, ninguno de los dos deseaba la prueba o terminar el embarazo por alguna posible enfermedad que tuviera nuestra hija.
Aún así esta mañana el pensamiento volvió a mí. Creía que lo tenía resuelto en mi cabeza, pero pensar en las posibilidades del futuro, los retos posibles que podría albergar… quizá no lo sabremos hasta que nazca. También la doctora habló de otros procedimientos como la amniocentesis, confieso que pensarlo me daba angustia de que pudieran fallar al tomar la muestra y dañarla; también estaba el hecho de que hay un riesgo, mínimo pero latente, de un aborto. Otra idea que me daba vueltas en la cabeza es que, aún cuando optáramos por la prueba más sencilla, que es a través de la toma de sangre, en las muestras puede haber niveles alterados, que es un indicativo de alerta, y aún así no haber un problema con el feto, o eso leí en internet. Luego de repensar el asunto y darme cuenta de que no abandonaría el tema si tenía la facilidad de leer sobre ello en internet (la peor pesadilla de cualquier mujer embarazada), decidí que necesitaba un paseo y distraerme. El parque no era una alternativa porque reflexioné que en cuanto Javi encontrara con quién jugar se alejaría de mí y me dejaría con esos pensamientos. Le propuse ir de compras y saltó de alegría por tener un nuevo juguete, le dije que le tocaría escoger uno para su hermana y aunque dudó un momento luego me regaló esa sonrisa que hace cuando planea una travesura.
Me puse el abrigo que mi hermana Sofía me regalo hace unos días, es un abrigo con sistema de lactancia y porteo, me dijo que me serviría mucho cuando “su sobrina llegara” justo en el invierno, pero ahora me sirve para el fresco que dejan las lluvias. Visitamos un par de tiendas y compré otros jeans de embarazo, pues descubrí que son realmente cómodos para salir con Javi y con una buena blusa con sistema de lactancia oculto me permiten ir a citas de trabajo. También compré un par de panties de embarazo porque uno de ellos el resorte ya daba mucho de sí. Después de un rato llegamos a la juguetería. Javi corrió directo a la sección de los peluches, lo vi primero con esa sonrisa traviesa de la mañana y luego ponerse muy serio examinando cada uno de los muñecos, yo solo quería que tocara los menos posibles. Una señorita muy amable se acercó y le preguntó si quería algo, le dijo que era secreto así que di dos pasos en otra dirección. Me gusta que de vez en cuando tenga esa forma independiente de ser, cuando está muy decidido, aunque a veces la gente no entiende lo que quiere y debo ser su traductora. Comencé a observar de reojo su overol amarillo, aún le queda grande y pensé en toda la ropa que guardé mientras crecía. Siempre compré ropa un poco grande para que le durara más tiempo y tener un uso responsable; también que algunas prendas se las he dado a Sofía para mi sobrino Manuel, pero aún así tengo algunas cosas que guardé para nuestro segundo bebé, salvo que es una niña, ¿es eso realmente un problema? En eso estaba pensando cuando Javi se acercó con el regalo para su hermana, un peluche de un tiburón azul, sonreí al verle un sombrero marinero en la cabeza y Javi siguió buscando otros juguetes. La empleada me dijo que si quería había un tiburón rosa o una sirena si lo prefería, me volví a verla, me dijo que mi hijo le había dicho que el peluche era para su hermana y si quería podía darme uno más adecuado para una niña. Negué con la cabeza y le di las gracias antes de dar media vuelta y buscar a Javi. Me quedé pensando, porqué todo debe ser azul o rosa, las actividades de niñas y niños. Recuerdo que hace unas semanas una vecina vió con extrañeza y hasta desaprobación a Javi jugando en el patio delantero con un nenuco que había escogido con emoción en nuestra última visita a la juguetería. Él era muy feliz con su muñeco, a veces lo veo imitar mis gestos que hago con él y me da mucha risa. Porqué no podía mi vecina ver que ese muñeco lo hacía feliz. De nuevo ese tema del género en los colores y los juguetes me incomodaba un poco.
Cavilando en todo esto resolví que la ropa de Javi no la regalaría a nadie más y sería también para nuestra hija, incluido el overol azul oscuro, que este de color amarillo ahora lo sustituía. No tengo ningún problema en que mis dos hijos usen el color que quieran. Recuerdo que mi amiga Gabriela decía que compraría ropa de color en colores primarios, ambas nos casamos en fechas similares y le gustaba pensar de vez en cuando en el futuro, no porque pensara que era un camino: casarse, tener hijos, ser madre y ama de casa; era como este jugar con los posibles futuros. Cuando le pregunté porqué me dijo que los bebés al principio no distinguen mucho los colores, conforme sus ojos maduran van percibiéndolos y entre más brillantes y puros mejor, así que compraría ropa en esos colores, ya que tenía el mejor pretexto, no por nada era diseñadora gráfica (nos conocimos en la universidad en las asignaturas de tronco común), además era fan de Elmo, y me enseñó un mameluco todo rojo con los ojos y sonrisa de ese personaje en el pecho, reímos mucho esa tarde.
Lo tenía resuelto, nuestra hija usaría esas prendas tan lindas que aún tenía de nuestro niño, y así se conectarían en sus historias individuales también. Busqué a nuestro hijo que traía un carro de peluche y pagamos por el tiburón azul y ese carro. No creo que también los juguetes de Javi serán para ella, porque cada uno debe tener sus cosas, pero siempre podrán compartirlos en el juego, aunque la diferencia de edades los separe. Quizá cuando ella tenga cuatro y él seis harán de la sala de la casa el campo perfecto para sus juegos.
Bienvenidos al salón de juegos de Javi y…creo que ya es hora de que Alex y yo nos pongamos serios y decidamos, de una buena vez, el nombre de nuestra hija. Quizá Javi quiera opinar también.