De repente, y sin motivo aparente, cualquier cosa te hace llorar, y aunque el resto intenta animarte sólo consiguen que te desesperes más, convencida de que algo va mal. Y no es que te esté pasando nada realmente malo, sólo experimentas los cambios emocionales del embarazo.
Entre el aumento de los niveles hormonales y los grandes cambios físicos y emocionales que estás experimentando al estar embarazada, no es de extrañar que de pronto te encuentres llorando y de un momento a otro estés riendo. Te contamos qué es lo que puedes esperar de ahora en adelante.
Primer trimestre: lágrimas y olvidos
Al inicio de tu embarazo, el estrógeno y la progesterona se dispararán, enviándote en una montaña rusa de emociones. Si a eso le añades el agotamiento y la náusea que prevalecen durante el primer trimestre, será normal que pases del miedo al placer y luego a la preocupación o el entusiasmo.
En la medida de que tengas preocupaciones genuinas, como si lo estás haciendo bien o no, otras muchos más insignificantes podrán provocarte la misma emoción, y de pronto te hallarás llorando ante un comercial o una película. Es normal, tienes las emociones a flor de piel y estás mucho más receptiva a todo.
Es probable también que durante estos primeros meses, otro síntoma aparezca de pronto: una ligera pérdida de memoria. Si antes te caracterizabas por ser una persona con una muy dotada, no te sorprendas si de pronto olvidas cosas. Los altos niveles de progesterona, una hormona calmante, pueden generar olvido.
Segundo trimestre: Aturdimiento
Aunque los cambios más drásticos han pasado, durante esta etapa, en la cual ya puedes tener más idea del bebé como si será niño o niña, lo más probable es que te encuentres radiante, riendo en voz alta en situaciones que no lo ameritan tanto, e, inclusive, al tener más sangre corriendo por tu cuerpo, puede ser que te sientas más sexy nuevamente.
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Tercer trimestre: Irritabilidad y obsesión por el orden
Conforme se acerca la fecha de parto, la euforia puede ceder paso a la molestia en la medida en que probablemente no te sientas tan cómoda con tu cuerpo, limitando tus actividades y modificando tus horas de sueño. Eso probablemente se traduzca en un malhumor, llegando a ser bastante difícil para la gente que te rodea.
Otro cambio que se manifiesta puede resultar bastante extraño, un poderoso impulso de limpiar y organizar. Aunque esto tiene su explicación: se debe al aumento de oxitocina, la hormona que prepara tu cuerpo para el nacimiento, el útero para el parto y los senos para la lactancia; esto puede traer consigo ciertas actitudes en la medida en que, reconociendo que habrá muchos cambios, quieras tener el control de cuanto puedas.
¿Qué hacer?
Finalmente, existen varios consejos que puedes tener en cuenta para que ninguno de estos cambios representen demasiado problema, como reconocer que esto es algo normal, que no todo es alegría y que el estrés y la preocupación pueden aparecer de pronto, sin que tenga nada que ver con cuánto quieras a tu bebé.
También puede serte útil platicar con otras mujeres que hayan pasado por lo mismo, para que conozcas su experiencia y pongas en perspectiva tu situación. De igual modo, consentirte de vez en cuando, haciendo lo que te gusta, te ayudará a relajarte y sobrellevar los cambios.
Pero lo más importante de todo es no tener temor de buscar ayuda cuando lo necesites; si por ejemplo llevas más de dos semanas sintiéndote cabizbaja, lo más conveniente será platicarlo con tu médico.
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Fuente: Parents